Zwarte Piet, 2013. ANP
Hace pocos días volvió la polémica de si es ofensivo que personas blancas se pinten de negro para representar a Baltasar, y a sus pajes, en las cabalgatas. La polémica tiene su origen en la globalización, concretamente en el intercambio cultural, igual que la propia tradición de los Reyes Magos. En Países Bajos y Flandes, los regalos “navideños” los trae San Nicolás el 6 de diciembre, auxiliado por un personaje de tez oscura llamado Pedro el Negro (Zwarte Piet). Esta tradición tiene cierta similitud con la española de los Reyes Magos, y posiblemente sea el origen remoto de las críticas a los baltasares pintados. El personaje de Zwarte Piet, aunque es una costumbre muy acendrada, lleva años suscitando allí fuertes críticas. El caso es que San Nicolás viene de España, precisamente, cargado de regalos con su paje Pedro. Aunque este lleva el rostro pintado de negro, con ese color de la tez se representa a un “moro español”. Dado que los estereotipos antiespañoles son seculares en esas regiones, no es de extrañar que el demonio sometido por San Nicolás y transformado en su sirviente, se haya convertido allí en un "moro español" que, por un lado, le ayuda en el reparto de juguetes y, por otro, asustaba a los niños malos con la amenaza de llevárselos con él de vuelta a España. Casi no merece la pena, por el bien de neerlandeses y flamencos, especular más sobre por qué San Nicolás trae sus riquezas de España o por qué el demonio se ha transformado, quizá primero en un pirata berberisco, y después en un anacrónico andalusí. Pero es importante que también puedan darse explicaciones positivas de que San Nicolás venga de España, concretamente de Alicante. Y es que es el patrón de esa ciudad, y por allí se cultivan las naranjas y granadas que, según las canciones, trae de regalo. O también puede deberse a que San Nicolás fuera de Bari, y eso no cae tan lejos de Alicante visto desde Amsterdam (https://en.wikipedia.org/wiki/Sinterklaas). En todo caso, el personaje de Pedro el Negro no ha sido denunciado por españoles, sino por quienes identifican al sirviente de San Nicolas con su esclavo negro, ya que interpretan que la tradición se origina en el pasado esclavista holandés, o al menos que es un residuo de un pasado colonial que no debe ser frívolamente ocultado ni maquillado. Debido a esta polémica, Pedro el Negro ya no suele llevar la cara pintada de negro sino manchada de hollín, representando que baja los regalos por las chimeneas.
El asunto se complica con la utilización del concepto norteamericano de
blackfacing, práctica del teatro y del
show business consistente en que una persona no negra se tinta la cara para parecerlo, y ello con el fin de caricaturizar a personas de origen africano. Pero es más fácil importar el término, y su connotación negativa, que el contexto en el que tiene sentido aplicarlo. Este contexto es muy diferente en los
minstrel shows neoyorquinos de mediados del siglo XIX (
https://en.wikipedia.org/wiki/Minstrel_show), donde se ridiculizaba la ideología progresista antiesclavista, del contexto de las actuales ciudades de Nueva York, Amberes o el Puerto de Santa María. Con todo, esta práctica norteamericana se ha invocado, al menos este año, para rechazar los baltasares pintados. Según denuncia el portavoz de
Con Málaga, mediante el blackfacing “a la vez que excluían a la población negra, la representaban mediante prácticas racistas de suplantación"
https://www.elconfidencial.com/espana/andalucia/2024-01-04/izquierda-polemica-blackface-rey-baltasar_3802443/. Y según dice Moha Gerehou, nacido en Huesca en 1992 de padres gambianos, “hasta los niños saben que el 'blackface' es racista”
https://www.eldiario.es/sociedad/antirracistas-baltasar-pintado-madrid-accion-racista-consciente-no-valen-justificaciones_1_10815208.html. Por supuesto, no hay que tomarse literalmente lo que saben los niños, pero Gerehou tiene razón en que el
blackfacing es racista. Lo que no es tan obvio es si pintarse la cara para representar a Baltasar es
blackfacing.
Blackfacing no es, simplemente, pintarse la cara de negro.
La práctica del blackfacing es un caso de apropiación cultural. En general, esta surge cuando los miembros de un grupo cultural A toman para su propio uso elementos de otro grupo B. Además, tiene que darse un aprovechamiento injusto del segundo grupo B debido a su vulnerabilidad o a su incapacidad para dar su consentimiento a la apropiación (Mezey 2007, Rogers 2006). En suma, tiene que darse una desigualdad entre ambos grupos A y B, por ejemplo a causa del pasado colonial de uno de ellos, o por ser una minoría étnica. Una desigualdad de este tipo no se da entre neerlandeses y españoles, y seguramente por eso no nos vemos reflejados en el Zwarte Piet. El blackfacing sí sería un caso de apropiación cultural, concretamente del tipo apropiación del sujeto o apropiación de su voz (subject, voice appropriation) (Young 2008). Este tipo de apropiación consiste en que miembros de unas culturas asumen el rol de individuos pertenecientes a otras, poniendo en su boca las palabras que supuestamente dirían, o asignándoles los comportamientos o actitudes que el miembro de la cultura foránea supone que le son propias o características. P. ej. Kipling cuando escribe novelas con personajes indios que se comportan como el escritor británico creía que debían hacerlo. Aunque en este caso el grupo B no es privado de nada, los miembros de A se han apropiado de su voz representando su identidad de un modo espurio y, en la mayoría de los casos, trasladando estereotipos negativos y denigratorios. Este tipo de apropiación promueve la injusticia epistémica testimonial, esto es, la pérdida de crédito como sujeto capaz de proferir verdades acerca de sí mismo, su situación y el mundo (Fricker 2007). Así ocurre en el blackfacing porque actores blancos se disfrazaban de negros para representar al “negrito elegante” o al “gracioso”. Como no busco dudas ni polémicas, evito Chamartín y recurro a un poema de Góngora para ilustrar un caso análogo. En su poema “En la fiesta de la Adoración de los Reyes”, unos pastores se burlan de los pajes negros del Rey Melchor, y Góngora remeda la forma de hablar de los africanos (Aguirre 1996):
"Negro
¿Ríe la pastora?
Pastor segundo
Sí
Negro
Paparico, poco a poco, que samo enfadado ya.
Pastor primero
Ha, ha, ha."
Pero la leyenda, o creencia, de los Reyes Magos desautoriza completamente estas apropiaciones culturales de la voz o del sujeto negro. Los Reyes Magos no aparecen con esa denominación en el único evangelio que los menciona (Mt 2, 1-11). San Mateo no se refiere a ellos como reyes, ni tampoco dice que sean tres. Pero sí queda claro que son extranjeros, esto es, no judíos, por lo que el significado teológico de su adoración consiste en que la venida de Cristo beneficiará a todas las culturas. Todos son convocados por el Mesías, sin importar su nacionalidad, ni su raza. Esta idea preside el Evangelio Armenio de la Infancia (XI, 1), donde por primera vez aparecen sus nombres, número y procedencia: «El primero era Melkon, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes. Y los jefes de su ejército, investidos del mando general, eran en número de doce. Las tropas de caballería que los acompañaban, sumaban doce mil hombres, cuatro mil de cada reino» https://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=1060. Por tanto, los Reyes Magos simbolizan las diferentes razas del mundo conocido (Europa, Asia, África) como iguales en dignidad y capacidad. De hecho, el descubrimiento de América llevó al portugués Vasco Fernández a pintar a Baltasar con la parafernalia y aspecto de un amerindio. En conclusión, la práctica de colorearse la cara para representar a Baltasar no tiene intención denigratoria, sino todo lo contrario.
La crítica actual prescinde de todo esto, y se limita a repetir que es ofensivo que alguien de raza blanca represente, disfrazándose, a alguien de raza negra. Lo cierto es que, en la actualidad, la elección de alguien para representar a uno de los Reyes Magos es un honor (uno de los pocos nombramientos honoríficos que hay en la España actual). Por eso en muchas ocasiones también se elige a mujeres para encarnar alguno de los Reyes. En el S. XV, Jean Fouquet ya pintó al rey Carlos VII de Francia como uno de los Reyes Magos. En la misma línea de que mujeres encarnen varones por cuestiones protocolarias u honoríficas, podría adoptarse la costumbre de que personas negras encarnaran a Baltasar, como forma de reconocer el pluralismo cultural (o fisonómico) de nuestro país. Pero esa costumbre o norma no equivaldría a que no hacerlo fuera inapropiado. No creo que valga la pena adoptar este criterio multicultural para la elección de los afortunados que encarnan a los Reyes. Un grupo que también debería estar representado, por ejemplo, según la iconografía de estas figuras, es el de los ancianos, pues cada uno de los Reyes representa tanto una raza como una edad. Habría, pues, que escoger para Melchor siempre a un jubilado/a.
Referencias
Aguirre, A. M. 1996. "Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote y en cinco villancicos de Sor Juana Inés De la Cruz. Universidad Interamericana de Puerto Rico https://cvc.cervantes.es/literatura/aispi/pdf/07/07_293.pdf
Fricker, M. 2007. Epistemic Injustice: Power and the Ethics of Knowing. Oxford Academic Books.
Mezey, N. 2007. "The Paradoxes of Cultural Property". Columbia Law Review, 107, 8.
Rogers, R. A. 2006. "From Cultural Exchange to Transculturation: A Review and Reconceptualization of Cultural Appropriation". Communication Theory, 16.
Young, J. 2008. Cultural Appropriation. Blackwell.
Imagen cuadro Vasco Fernandes: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Vasco_Fernandes_(Grão_Vasco)_Adoração_dos_Reis_Magos_-_1501-6_(Museu_de_Grão_Vasco)_Viseu,_Portugal.jpg
Imagen cuadro J. Fouquet: https://es.wikipedia.org/wiki/Adoración_de_los_Reyes_Magos
Muy bueno. ¿Por qué no lo publicas en The Conversation, por ejemplo? Merece la pena.
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